por Sandra Comisso / Clarín
En Buenos Aires puede verse una versión de “Bodas de sangre”, con flamenco y siete actores españoles. Lo que la acerca al tono original de la obra clásica.
El agobio que impone el clima andaluz y la asfixia social de la España de preguerra se palpan a metros del escenario de Bodas de
sangre, en la versión que dirige Marcelo Caballero en el teatro El Método Kairós.
Esta puesta de uno de los clásicos del teatro en español hace honor a su origen, con un elenco de doce actores, de los cuales siete son españoles, y con un agregado de flamenco que marca aún más el tono trágico de la obra.
“El proyecto surgió hace un año, y me dio la posibilidad de volver a hacer este texto que, para mí, es fundacional. Ya había dirigido una versión, pero quería volver”, cuenta Caballero, un rosarino de 28 años que también se ocupó de la escenografía y la producción.
Bodas de sangre se estrenó en Madrid en marzo de 1933 por la compañía de Margarita Xirgu. “Y en octubre de ese año, Lola Membrives la estrenó en Buenos Aires y Lorca vino para ese estreno”. Ochenta años después, en el barrio de Palermo, su espíritu está intacto con este drama de amores cruzados, imposibles, impíos que parecen destinados a secarse como los cauces de agua de la ardiente Granada.
“Lorca escribe esta obra luego de leer en las noticias la historia de un crimen ocurrido durante una boda”, cuenta Caballero. “Y por eso, como toda su obra, además de la historia que relata, está haciendo un planteo social del cual fue víctima él también”. El romance truncado por los parámetros sociales es un tema universal, pero García Lorca le puso el color local con su poesía. Y ese cruce es el que le da la vigencia de un clásico.
“El plantea que la historia no la hacen sus protagonistas, sino la sociedad en la que viven”, dice Caballero. “Y mi búsqueda apunta a eso: la disolución de protagonismos”. Así funciona esta puesta, con los actores moviéndose entre luces y humo, con el establo como centro de todo. A eso, se suma la música, a cargo de Héctor Romero en guitarra y Pablo Alexander en percusión, que acompaña exactamente cada situación. Está el taconeo de las bailaoras que repercute como el trote de los caballos, la Luna recitando el drama que se avecina y las nanas cantadas como arrullo y lamento.
“Romero trabajó sobre partituras originales escritas por Lorca y las recreó especialmente para musicalizar las poesías que se intercalan en la obra”, explica el director.
En el elenco están los argentinos Christian Alladio ( Leonardo), Lizzy Pane ( la novia), José Manuel Espeche ( el padre), Tiki Lovera ( la madre) y Mercedes Mastrofierro ( la criada), que se lucen. Lo mismo que los españoles -todos actores que viven aquíGonzalo Ramos ( el novio), Pepa Luna ( la suegra), Carmen Mesa ( la vecina), Chusa Blasquez ( la mujer), Jaime Díaz ( la Luna) Conrado Busquier ( el leñador) y Lucía Andreotta (la mendiga) que le aportan la cuota sonora ( en la dicción de los textos y en las canciones) y visual ( en los taconeos y bailes flamencos) para que esta puesta brille con un texto que no tiene desperdicio. Un Lorca que se siente como en su casa.
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