por Cristian Dominguez / MARTIN WULLICH
Creada en1933, Bodas de Sangre representa una etapa en la cual Federico García Lorca se había alejado de su poesía tradicional y trataba de plasmar la realidad en nuevas obras. Para ello visitó pueblos del sur de España, donde dio vida a un triunvirato que retrataba la vida restringida de las mujeres e incluía, junto a la mencionada, La casa de Bernarda Alba y Yerma.
Basada en un hecho real, en la víspera de una boda la novia escapa con su verdadero amor, rompiendo las reglas tradicionales y familiares de la época. En su narración, no sólo la novia y la madre tienen un lugar preponderante, sino también la luna y la muerte.
El grupo actoral es estupendo. El el acento español de sus integrantes exalta la obra y nos adentra más en la trama. El constante preceptismo, jugada acertada del director Marcelo Caballero, sorprende y fortalece la ambientación rural, aprovechando de manera dinámica el espacio y dejando todo a la vista. La unión de música tradicional española y dramaturgia clásica crece minuto a minuto. Sobresalen Tiki Lovera, en el papel de apasionada y protectora madre, y Jaime Díaz como la Luna, claro exponente de traición en la trama.
Es una excelente oportunidad para disfrutar Bodas de sangre, un clásico de la literatura española, y descubrir las vueltas que tiene la vida. Lorca invita a tomar conciencia de la libertad en el camino a tomar, de manera de tallar su destino y aprovechar las oportunidades. Cristian A. Domínguez
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